Ricos que se hacen más ricos y pobres que se hacen más pobres, en términos de la tajada que logran obtener de la fluctuante “torta” del ingreso nacional: tal es la definición más simple que se puede hacer de qué es lo que significa lo que los economistas llaman desigualdad. O, en su defecto, falta de equidad.
Una materia en la que Chile ostenta un dudoso récord mundial, que nos ubica entre los países más injustos, en cuanto a distribución del ingreso, dentro del planeta. En efecto, según informes de desarrollo social, que datan de 2006 y fueron elaborados por el Banco Mundial, nuestro país está ubicado entre los 15 primeros países (de un total de 130) con peor desigualdad de ingresos a nivel internacional. Lo que nos ubica en el mismo nivel de Níger, Zambia, Honduras y Argentina. Y en Sudamérica, sólo un poco por debajo de Brasil, que es el “campeón regional” en este ámbito.
La lucha contra este flagelo, que limita nuestra capacidad de competitividad en los mercados internacionales, además de tensionar el tejido social es la gran asignatura pendiente, coinciden exponentes de todos los sectores, de Chile como país.
Pues si bien es cierto que la economía chilena registra claros avances (por ejemplo, una reducción de la pobreza que afectaba a un 45% de la población en 1987 a sólo un 13,7% en 2006), está claro que hay un fuerte consenso en que los frutos del desarrollo y del progreso deben distribuirse de un modo más equitativo y justo para que haya paz y armonía social.
En el Te Deum Ecuménico del pasado 18 de septiembre, el arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz, aludió a la necesidad de efectuar un “amplio pacto social que logre articular el crecimiento económico y sus ventajas con el aumento de la productividad y de los lugares de trabajo, y con el crecimiento en justicia social”.
Unos días antes, en la última semana de agosto, la Presidenta Michelle Bachelett, recogió el desafío lanzado antes por el obispo Alejandro Goic, con su llamado a implementar un “salario ético”, creando un Consejo por la Equidadd, que ha recibido hasta ahora más de 210 presentaciones, disponibles todas ellas en su página web, procedentes de una pluralidad de sectores de la ciudadanía que tienen algo que decir al respecto.
Y a partir de ello, emitirán su informe propio con el diagnóstico que hacen de la situación y las medidas que, en su opinión y cumpliendo con el mandato de la jefa de Estado, se pueden adoptar para disminuir la brecha en los ingresos que llevó a algunos a hablar de una “escandalosa desigualdad”.
El dedo en la llaga, en todo caso, lo puso Goic, quien reavivó la discusión sobre un tema que estuvo muy presente en la pasada campaña presidencial, pero que después “bajó de cartel”, al señalar que “hemos crecido y estamos creciendo y ojalá sigamos creciendo al 5, 6 o 7 por ciento. En un país donde el 90 por ciento son creyentes en Cristo, donde hemos resuelto juntos el paso de un régimen de facto a uno democrático, ¿no será el momento ya de abrir un gran debate nacional para ver cómo distribuimos la riqueza?”.
Y añadió a continuación: “Yo me pregunto: ¿Es posible vivir con un sueldo mínimo de 140 mil pesos? Con profundo respeto, invito a debatir esta deuda pendiente que tenemos con los más pobres de Chile…”
El guante, como ya quedó dicho, fue recogido desde distintos segmentos de la sociedad. Así fue como los parlamentarios de todo el hemisferio de habla hispana y de España, reunidos en el Congreso chileno a comienzos de septiembre, en el marco del III Foro Parlamentario Iberoamericanoo, tampoco quisieron quedar ausentes de este debate. Y firmaron un documento en Valparaíso en el que acordaron impulsar “nuevos pactos sociales” en sus respectivos países, al tiempo que subrayaron la urgente necesidad de construir una sociedad más equitativa y solidaria.
Fuente: BCN
Una materia en la que Chile ostenta un dudoso récord mundial, que nos ubica entre los países más injustos, en cuanto a distribución del ingreso, dentro del planeta. En efecto, según informes de desarrollo social, que datan de 2006 y fueron elaborados por el Banco Mundial, nuestro país está ubicado entre los 15 primeros países (de un total de 130) con peor desigualdad de ingresos a nivel internacional. Lo que nos ubica en el mismo nivel de Níger, Zambia, Honduras y Argentina. Y en Sudamérica, sólo un poco por debajo de Brasil, que es el “campeón regional” en este ámbito.
La lucha contra este flagelo, que limita nuestra capacidad de competitividad en los mercados internacionales, además de tensionar el tejido social es la gran asignatura pendiente, coinciden exponentes de todos los sectores, de Chile como país.
Pues si bien es cierto que la economía chilena registra claros avances (por ejemplo, una reducción de la pobreza que afectaba a un 45% de la población en 1987 a sólo un 13,7% en 2006), está claro que hay un fuerte consenso en que los frutos del desarrollo y del progreso deben distribuirse de un modo más equitativo y justo para que haya paz y armonía social.
En el Te Deum Ecuménico del pasado 18 de septiembre, el arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz, aludió a la necesidad de efectuar un “amplio pacto social que logre articular el crecimiento económico y sus ventajas con el aumento de la productividad y de los lugares de trabajo, y con el crecimiento en justicia social”.
Unos días antes, en la última semana de agosto, la Presidenta Michelle Bachelett, recogió el desafío lanzado antes por el obispo Alejandro Goic, con su llamado a implementar un “salario ético”, creando un Consejo por la Equidadd, que ha recibido hasta ahora más de 210 presentaciones, disponibles todas ellas en su página web, procedentes de una pluralidad de sectores de la ciudadanía que tienen algo que decir al respecto.
Y a partir de ello, emitirán su informe propio con el diagnóstico que hacen de la situación y las medidas que, en su opinión y cumpliendo con el mandato de la jefa de Estado, se pueden adoptar para disminuir la brecha en los ingresos que llevó a algunos a hablar de una “escandalosa desigualdad”.
El dedo en la llaga, en todo caso, lo puso Goic, quien reavivó la discusión sobre un tema que estuvo muy presente en la pasada campaña presidencial, pero que después “bajó de cartel”, al señalar que “hemos crecido y estamos creciendo y ojalá sigamos creciendo al 5, 6 o 7 por ciento. En un país donde el 90 por ciento son creyentes en Cristo, donde hemos resuelto juntos el paso de un régimen de facto a uno democrático, ¿no será el momento ya de abrir un gran debate nacional para ver cómo distribuimos la riqueza?”.
Y añadió a continuación: “Yo me pregunto: ¿Es posible vivir con un sueldo mínimo de 140 mil pesos? Con profundo respeto, invito a debatir esta deuda pendiente que tenemos con los más pobres de Chile…”
El guante, como ya quedó dicho, fue recogido desde distintos segmentos de la sociedad. Así fue como los parlamentarios de todo el hemisferio de habla hispana y de España, reunidos en el Congreso chileno a comienzos de septiembre, en el marco del III Foro Parlamentario Iberoamericanoo, tampoco quisieron quedar ausentes de este debate. Y firmaron un documento en Valparaíso en el que acordaron impulsar “nuevos pactos sociales” en sus respectivos países, al tiempo que subrayaron la urgente necesidad de construir una sociedad más equitativa y solidaria.
Fuente: BCN
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